miércoles, 7 de julio de 2010

H. NAT. DE LA ENF. AMIGADALITIS

La amigdalitis consiste en la inflamación del tejido linfoepitelial situado a ambos lados de la garganta (amígdalas palatinas). Las amígdalas palatinas forman parte del conocido como anillo linfático de Waldeyer. Este constituye una primera barrera defensiva frente a las infecciones situada estratégicamente en la puerta de entrada de los microorganismos que se transmiten por la vía aérea. Más concretamente este tejido linfático reconoce como extraños los componentes de los microorganismos y pone en marcha mecanismos defensivos, entre los que se encuentran la producción de linfocitos T y B (células de defensa frente a la infección) y de anticuerpos específicos frente al microorganismo invasor.

Otro término empleado en ocasiones es el de angina debido a la constricción dolorosa, angustiosa que en ocasiones produce la amigdalitis a nivel de la garganta. Se habla de faringoamigdalitis o faringitis cuando la inflamación difusa de la garganta predomina sobre la inflamación local. Por lo general, una amigdalitis suele ser más importante que una faringitis.

AGENTE:

Muchas infecciones agudas comienzan por una amigdalitis. Entre los virus que pueden producir una faringoamigdalitis están los adenovirus, rinovirus, coronavirus, enterovirus, virus parainfluenza, los virus de la gripe, virus Herpes simple 1 y 2, citomegalovirus, virus Epstein- Barr (estos dos últimos implicados en la mononucleosis infecciosa), el virus del sarampión, de la rubéola, de la parotiditis, etc. De las producidas por bacterias destaca de forma característica la faringoamigdalitis por Streptococcus pyogenes que afecta a los niños en edad escolar y adolescentes, disminuyendo su frecuencia a partir de los 18- 20 años. Las faringoamigdalitis producidas por esta bacteria además de ser importantes por su frecuencia lo son por las complicaciones que pueden producir como la fiebre reumática y cuadros de glomerulonefritis. Otras bacterias que pueden producir este cuadro son los estreptococos de los grupos C y G, bacterias anaerobias de la cavidad bucal, Arcanobacterium haemolyticum, Corynebacterium diphtheriae (responsable de la difteria), Neisseria gonorrhoeae.

En la boca y en la faringe siempre hay microorganismos. Así se describen formando parte de la flora normal de la cavidad bucal bacterias como estreptococos, neiserias, estafilococos, levaduras, etc. Por alteraciones del medio estas bacterias pueden convertirse en patógenos (productores de enfermedad) para el mismo huésped. Una infección vírica puede determinar alteraciones que favorezcan la infección bacteriana secundaria de la amígdala.

HUESPED:

Se trata de un cuadro muy frecuente, particularmente en los niños en edad preescolar, adolescentes y en los meses de invierno y primavera.
Disminuye la frecuencia en mayores de 18 años.

El curso clínico habitual de la enfermedad es: comienzo agudo brusco, con fiebre elevada, dolor de garganta intenso y dificultar para tragar. El dolor se puede irradiar a los oídos y dificultar la apertura de la boca. Puede aparecer dolor de cabeza, y el enfermo tiene sensación de enfermedad grave.

La gravedad de la sintomatología y la aparición de síntomas a otros niveles dependerá de si se trata de una enfermedad general con manifestaciones locales a este nivel o bien de un proceso localizado en las amígdalas.

DIAGNOSTICO:

Diagnóstico. ¿Cómo se puede confirmar la presencia de amigdalitis?
El cuadro clínico anteriormente descrito junto con la inspección de la boca y garganta en la que se observarán unas amígdalas visibles, agrandadas, por lo general enrojecidas (con o sin manchas) y la posible presencia de ganglios linfáticos de la zona aumentados de tamaño permite establecer el diagnóstico de amigdalitis. Es más complicado averiguar el agente responsable. Tradicionalmente se distinguen distintas formas clínicas: eritomatosas o catarrales (la amígdala de color rojo uniforme), lagunares, foliculares o pultaceas (las amígdalas rojas con manchas blancuzcas punteadas correspondientes al exudado inflamatorio), seudomembranosas (la amígdala recubierta por una película blancogrisacéa, como en la amigdalitis diftérica), herpética (con vesículas), ulcerosas, gangrenosas o flegmonosa (cuando ya se forma un absceso). De todas formas el valor de estas divisiones es meramente descriptivo y no permite conocer la etiología. Por hacer referencia a la forma más clásica una amigdalitis estreptocócica (tradicionalmente descrita como púltacea o con "placas" blancas sobre la amígdala) puede ser eritematosa, transformarse en pultacea o flemonosa; y lo mismo podría decirse de las demás.

Desde el punto de vista de su frecuencia, de la gravedad del cuadro y la posibilidad de evitar sus complicaciones y necesidad de tratamiento antibiótico lo más interesante es distinguir los cuadros catarrales producidos por virus, de las amigdalitis producidas por la bacteria Streptococcus pyogenes. El resto de los cuadros si bien pueden ser graves son más raros. Distinguir ambos cuadros sobre la base de las manifestaciones clínicas es muchas veces difícil o imposible. En general, la presencia de conjuntivitis, rinitis, tos, ronquera y diarrea orienta a una etiología vírica. Entre los signos con más valor que apuntan a la forma estreptocócica están la presencia de ganglios linfáticos dolorosos, el exudado faríngeo, el enantema en el paladar, el edema de la úvula (vulgarmente campanilla) y el exantema escarlatiniforme. Para los países subdesarrollados con dificultad para realizar cultivos microbiológicos, la OMS ha propuesto la combinación de ganglios linfáticos del cuello aumentados de tamaño y dolorosos y exudado faríngeo para identificar a las personas que deben recibir tratamiento antimicrobiano. Esto dejaría sin tratamiento a muchos pacientes (88%) con faringoamigdalitis estreptocócica. En definitiva, las manifestaciones clínicas no predicen de manera fidedigna la etiología estreptocócica, por lo que se recomienda cuando sea posible realizar cultivos microbiológicos o tests de diagnóstico rápido.

El cultivo microbiológico de un frotis faríngeo constituye la prueba de más valor diagnóstico. Sin embargo, los resultados tardan de uno a dos días en estar disponibles y hay que recordar la abundante flora de la zona que dificulta la interpretación del cultivo. También es posible que haya individuos en los cuales Streptococcus pyogenes sea un colonizador y a pesar de estar presente no esté implicado en la infección. El cultivo microbiológico de un frotis faríngeo también permite descartar otras amigdalitis como la diftérica.

Actualmente se encuentran disponibles en el mercado los conocidos como tests rápidos de detección antigénica que permiten realizar el diagnóstico de faringoamigdalitis por Streptococcus pyogenes en una hora. Estos tests detectan la presencia de un componente de la bacteria. Cuando son positivos permiten establecer el diagnóstico sin embargo, cuando son negativos no se puede descartar la presencia de la enfermedad. Por otra parte no son útiles para detectar la presencia de otras bacterias que también pueden producir un cuadro similar (por ejemplo, estreptococos de los grupos C y G).

Otras pruebas que se pueden realizar en un caso de amigdalitis son:

Análisis de orina para descartar una nefritis.

Hemograma, para descartar una mononucleosis.


TRATAMIENTO:

En los niños menores de dos años, debemos aliviar los síntomas del niño, dándole medicamentos para la fiebre y el dolor ( paracetamol, ibuprofeno), y ofrecer líquidos abundantes. En esta edad no es necesario el tratamiento con antibióticos.

En los niños más mayores el pediatra debe valorar iniciar el tratamiento con antibiótico de forma inmediata o esperar al resultado del cultivo faríngeo. Si el cultivo demuestra la presencia de bacterias el tratamiento debe mantenerse diez días para asegurar la curación completa del niño. Nunca se debe dar a un niño con dolor de garganta un antibiótico sin haber consultado antes con su pediatra.
Niños con amigdalitis de repetición o amígdalas grandes.
Muchos niños tienen episodios de amigdalitis frecuentes y en ocasiones, las amígdalas parecen más grandes de lo normal. La decisión de operar a un niño y quitarle las amígdalas no depende únicamente del número de amigdalitis ni del tamaño, sino de otros factores. El más importante es la dificultad para tragar y sobre todo, para respirar con ronquido nocturno, y pausas en la respiración. La edad también es importante porque, aunque muchos niños pequeños tienen infecciones frecuentes de las amígdalas, el problema puede mejorar o desaparecer cuando son más mayores.

Amigdalitis aguda:

Es la inflamación de las amígdalas palatinas causada por el EBGA. Si no se trata a largo plazo puede producir infecciones generalizadas y amigdalitis bacteriana crónica y permanente.

Tratamiento:

Antibióticos (como la penicilina o la amoxicilina y la eritromicina o azitromicina en caso de intolerancia a las penicilinas)
Antiinflamatorios.
Calmantes para la disfagia.
Antitermicos
Gargaras (una taza de agua y 1/2 cucharadita de sal)
Uno de los posibles tratamientos es el de Penicilina Benzatica

Amigdalitis crónica bacteriana:
Tiene varias formas de repetición:
hipertrofia de amígdalas palatinas, amigdalitis de repetición, y amigdalitis caseosa. Los gérmenes se acantonan en las criptas y dan lugar a la clínica:

Anorexia
Astenia
Disfagia discreta
Febrícula
Ganglios que no disminuyen hasta un tamaño normal
Posible infección a distancia

Tratamiento:

Analgésicos
Penicilina
Exéresis con anestesia.
Expectativas

Los síntomas de la amigdalitis tienden a mejorar a los dos o tres días de iniciado el tratamiento. La infección se cura una vez completado el tratamiento, aunque algunas personas pueden necesitar más de un ciclo de antibióticos.

Las complicaciones de una amigdalitis por estreptococos no tratada son graves. A los niños con amigdalitis, relacionada con faringitis o amigdalitis estreptocócica, se los debe mantener en casa y no enviarlos a la escuela o a la guardería hasta que hayan tomado antibióticos por 24 horas. Esto ayuda a disminuir la propagación de la enfermedad.

Complicaciones

-Obstrucción de la vías respiratorias por inflamación de las amígdalas.

-Deshidratación por la dificultad para tragar líquidos.

-Insuficiencia renal.

-Absceso periamigdalino (formación de una colección purulenta típicamente unilateral, en un espacio comprendido entre los músculos constrictores de la faringe y la cápsula amigdalar, o absceso en otras partes de la garganta).

-Faringitis bacteriana (de fácil transmisión al estornudar).

-Faringitis viral (puede comprometer pulmones e intestinos).

-Glomerulonefritis posestreptocócica (trastorno renal).

-Fiebre reumática y trastornos cardiovasculares conexos.

Situaciones que requieren asistencia médica

Cuando el dolor se extiende más allá de 48 horas, surgen nuevos síntomas o empeoran

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